Chile

Muchas veces me pregunto que pensara la gente de lo que siente un artista cuando muestra su arte… para mi enfrentarme a un público es un sentimiento de pasión, ganas, amor y gozo, sin dejar de sentir nervios que son esas cosquillas que recorren todo el cuerpo, siendo lo que enciende el motor para vivir del arte.

Ahora imagínense enfrentarse a un público que no va directamente a ver algo en especial, por gusto, a un lugar cerrado llamado teatro, es decir el transeúnte, si hablo de las intervenciones públicas. Se siente diez veces todo lo que mencione y muchas más emociones, adrenalina,  nervios, emoción, ganas y todo lo que implica subirse a un escenario.

En este caso mi escenario era la calle: Valparaíso en Viña del Mar, donde las personas de diferentes partes del mundo tenían la oportunidad de deleitarse con las chinchineros, con los músicos, con los mimos, con bailarines de cueca y con un ser venido de Colombia que quería tener la experiencia de no solo bailar si no hacer teatro callejero y enfrentarse a un público nuevo.

Estar en la calle haciendo arte lo sentí como un acto de valentía a mis temores, sobre todo en la danza. No soy bailarina profesional, sin embargo con tutoriales y algunas técnicas que aprendí en talleres de las diferentes danzas que he tomado cursos, me lance a mostrar una parte de mi cultura a más de 8.000 kilómetros.

La acogida fue maravillosa, la gente paraba a observar y algunos se contagiaban desde los pies a la cabeza al movimiento de este ritmo nuevo para ellos, un día una grupo de casi 10 niñas se acercaron haciendo un circulo y bailaban al son del mapalé y la cumbia, unas señoras ya de edad dicen que soy de sangre liviana…

Video documental El Mapale En Chile

Y así muchos más se acercaban a preguntarme que  música era la que bailaba, o a decirme que lo hacía muy bien y que era muy bonito.

Otros pocos lograban hacerme reír con su ignorancia (sin ganas de ofender) creo que el que critica al arte y sobre todo un baile tradicional sin saber su trasfondo es una persona que se expresa desde su pequeño mundo y no se abre a nuevas experiencias.

Algunos ojos de vergüenza ajena me daban más energía y más ganas de mover las caderas y mostrar ese lado que tuve oculto por mucho tiempo con los movimientos de mi cuerpo al son de los tambores y los instrumentos que me suenan a mi tierra.

Como si bailar y hacer arte fuera prostituirse… Como si esta cultura fuera una degeneración del cuerpo en carne viva, comentarios literales como: ay niña no tiene que prostituirse, vaya a trabajar (como si no lo estuviera haciendo)…

Y como siempre dicen en Chile… SI SI COLOMBIA, SI SI CARIBE.

Que vivan los sonidos que poco a poco se rescatan del caribe colombiano, reviviendo las letras que aluden a los tiempos de la negritud.

Y que viva el mapale ese ritmo que se baila como el pez que lleva este mismo nombre al ser tomado por aquellos pesqueros que navegan en las playas caribeñas y tienen historias que contar con los instrumentos y las voces. Y que viva la Champeta y todos los ritmos que nacen en su mayoría en San Basilio de Palenque y se extiende por todo el hermoso país que es Colombia.